Si la cultura es el conjunto de creencias, saberes
y creaciones que identifican a una comunidad o etnia, aportándole personalidad,
originalidad y una cosmovisión propia del mundo, el término “industrias culturales”,
acuñado por Adorno y Horkheimer (2007=1947), refiere, precisamente, la
desvirtuación de su esencia, que se halla en la autenticidad singular, por
cuanto supone la conversión de la cultura en mero objeto de consumo producible
en serie, y repetible de modo estandarizado (Benjamin), de modo que “absolutiza
la imitación” (Adorno y Horkheimer, 2007:144). El término “industrias
culturales” ha sido siempre ampliamente aceptado, ya que “tiene la ventaja de
unificar el campo de la cultura industrializada con el de los medios
informativos, o, mejor dicho, de restituir la unidad y las interrelaciones que
mantienen ambos en la práctica. Evidencia así que no existe difusión masiva de
la cultura sin un modelo comunicativo subyacente, y que no es posible una
comunicación masiva que no actúe al tiempo como una sistemática máquina de
difusión y de (re-producción) de la cultura.” (Bustamante, 2003:22).
Este video explica la “convergencia cultural” desde la teoría de
los críticos Adorno y Horkheimer:
“Convergencia digital” (1:26)
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